Antes pensaba que para encontrar la plenitud, para descansar del estresante mundo de la civilización urbana hacia falta irte a la cala más inhóspita y deshabitada del hemisferio sur y tumbarte allí. Me he dado cuenta que no. Que el fulgurante quehacer ayuda en parte al no aburrimiento. Echaba de menos un rato a solas pero por lo demás todo estaba en su sitio, como piezas de un domino que enlazan en un efecto que lleva a la locura de la felicidad cuando cae la última. Ahora veo que cualquier lugar tiene su magia.
Así soy yo. Una persona desabrida de experiencias, un aventurero no aventajado, sin experiencia en el sector del turismo internacional, pero autóctono, al que le gusta disfrutar de la suave brisa de una playa, aunque apestada de gente, de la arena en los bolsillos y de una compañía especial que hace que cada mañana mi malhumorada cara se torne en una sonrisa burlona y picaresca cuando se tumba junto a mi. Que cada noche sueñe con un faro de luz que iluminen tus ojos en el paseo marítimo que nos conduce al templo de tu divino cuerpo. Ese templo que se encuentra en la orilla de tus pensamientos cuando me preguntas si estoy a gusto en ese lugar. A gusto es poco cuando se escucha tiritar el aire entre quejidos de canciones que me estremecen y algunas que recuerdan otros tiempos, como los de el pintor de la Calle Sierpes, que tuvo la osadía de pintar mi cara allá por el año 1998, o el piso en el que estuve hace ya tantos años que solo alcanzo a recordar lo bueno que estaban los helados de la planta baja.
Todo eso es descansar, todo eso son vacaciones, todo eso y estar contigo es mucho más que unas simples vacaciones. Es una historia de vida, un lugar que pasa de estar repleto de gente a que estemos solos tu y yo, como en una playa desierta, como si se parase ese momento tan mágico y sublime, esos 8 días convertidos en 8 segundos. Una historia más que se añade al cuento de nuestras vidas, un capítulo más que se añade con letras de oro para ser recordado, para ser guardado en la maleta de los recuerdos espléndidos... y que tú estas dispuesta a llenarla completamente de ellos.
"Las cosas si se sueñan, se desean, si se desean pueden conseguirse, si se consiguen pueden perderse, y si se pierden pueden volver a soñarse."
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