Las campanas seguían sonando por el tragaluz de mi ventana mientras la lluvia chapoteaba las fachada de un teatro ya muerto. De un teatro olvidado y reencarnado en el cine municipal. Lo que antes era el coloso de un pueblo cercano a Sevilla hoy día es el proyector con el que se estrenan las últimos estrenos de la gran pantalla.
Da pena pensar el despilfarro de unos años de gobierno que lo convirtieron en el espejismo de lo que ahora es, de lo que ahora refleja, de lo que ahora carece. Las vacas gordas dejaron obras como Carmen, el Destornillador de Canal Sur y galas de premios. Ahora es un cementerio casi 250 días al año, menos los fines de semana que se reencarna en el antiguo cine Las Vegas, y menos mal que tiene esa utilidad, sino sería el cementerio municipal.
Desde mi ventana se podían ver las estrellas del momento. Ahora solo se observa al taquillero y algunas veces a la coral, a la banda municipal o solo a escolares en la clausura de su curso académico. En fin, todo tiene su época dorada, todo tiene su época de esplendor. Yo he tenido la suerte de disfrutarlo como teatro, como centro de cultura, en obras como La Vida es Sueño e incluso he llegado a actuar en él. Pero todo pasa y ahora vive de recuerdos del pasado.
Algunos fines de semana me siento en una de sus butacas y compro las palomitas para disfrutar de una nueva función, soy muy cinéfilo así que me encanta tener un cine al lado de mi casa. Aunque me gustaría que hubiera musicales, más obras de teatro y sobre todo que tuviera un poco de más vida, pero bueno la situación económica no da para más y habrá que aceptarlo.
Sólo pido que se acuerden un poquito más de este teatro... a veces vacío, a veces olvidado.
Este post va dedicado al teatro de mi pueblo, ya que sirvió como fuente de inspiración para el título de mi blog, y quería rendirle este pequeño homenaje.