jueves, 22 de diciembre de 2011

En algún lugar del invierno...

  El día 22 no solías ir a clase porque era el primer día de las vacaciones y por consiguiente el de la lotería de Navidad. Te sentabas en tu sillón semidormido y escuchabas el cántico más pedante de la historia pero que a ti en ese momento se te antojaba incluso mejor que el de los chicos del coro. 

En algún lugar del invierno quedan esas tardes frías de ropa camilla, en las que sólo tenías ganas de engancharte a alguna película o a leer un libro, mientras la lluvia golpeteaba en los cristales de tu casa. O esas tardes soleadas de paseos por un parque, tomándote ese café calentito que te alivia la garganta. Salir a la calle y encontrarte con tu pueblo o ciudad iluminada, comer castañas y escuchar la melodías nocturnas y bohemias de los campanilleros en tu ventana, los observas mientras echas el vaho en ella. En ese lugar está el pasear por la calle sierpes o por la catedral de Sevilla y visitar belenes emblemáticos como el de San Juan de Dios. 

En algún lugar del invierno quedan esas Nochebuenas y Nocheviejas con tu familia, con los tuyos, aunque en algún momento de tu vida falten huecos que siempre echarás muchísimo en falta. El 24 siempre sale Raphael en la 1 pero estás más pendiente de la cena de gala. El día 31 es tiempo de campanadas, y siempre acabas viéndolas en la 1, te llevas 10 minutos con las uvas en la boca intentando tragar (siempre te atragantas) y empiezas el año nuevo de una forma peculiar, medio ahogado pero deseando feliz año. Luego esas noches de cotillón que hacen que no existan apenas los días de Navidad y Año Nuevo.


En algún lugar del invierno queda la ilusión por los regalos el día de Reyes, cuando sabías que debajo del árbol había un hueco dedicado a ti, a tus emociones. Ese día eras el rey de la fiesta, tu eras el protagonista.

En algún lugar de esta época queda la niñez de un adolescente que ya no lo es tanto, que parece perder la ilusión de ese momento aumentando su dejadez. Pero en algún lugar del invierno siguen existiendo en menos magnitud esas cosas típica-tópicas, que hacen que este tiempo siga siendo un poco especial.

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